martes, 3 de junio de 2008

“El microbús del consuelo”


“El microbús del consuelo”

Resignada con mi madre que me deja frente a la parada del microbús mes dispongo a tomarlo.

Veo que el microbús se aproxima, levanto mi mano de una manera sutil y tímida, el micro se acerca a la parada, se detiene, me subo y ni bien arriba el chofer acelera, en ese momento corro a sentarme para no caer, pero eso si, me aseguro de estar en el primer asiento que veo vacío. Ya sentada saco el dinero y estiro la mano, y le doy el dinero al chofer.

De ahí volteo a la ventana para disfrutar del bello paisaje que me rodeaba: arboles, campos, señores en su tractor discando el suelo para la próxima siembra, niños y perros corriendo sobre los huertos, cuando de repente escucho a una señora alterada que me quita de mí divagación.

La señora con un tono a punto del llanto comienza a decir que lo odia y que le desea lo mejor del mundo, pero que no quiere volver a verlo en la vida, esperando que cuando regrese a la casa él ya no este ahí. Mi expresión al escuchar todo fue como si no me interesará nada, mis ojos mirando hacia afuera pero mi oído y mente estaban al pendiente de lo que la señora decía. Al oír las primeras no sabía a quién le decía todo eso, ya que iba sentada sola. Una de las cosas que pensé era que me hablaba a mi yo con mucho gusto la escucharía al fin y al cabo el viaje estaba largo, pero de repente dijo ¿y cómo la ve usted?, ahí fue cuando me calló el veinte de que se lo decía al chofer y que efectivamente ni siquiera lo conocía.

El chofer le contesto: “no pues está muy mal, pero ¿qué le va hacer uno”?, se veía que el chofer tampoco entendía nada. Pero la señora continua hablando: no si yo ya lo presentía, yo sabía que algo pasaba, porque en la mañana que me iba a trabajar él me dijo que a qué hora regresaba y yo como ya sospechaba algo pues le conteste que no sabia, como podía llegar temprano, como no y aún así lo hizo el muy descarado”

Ya íbamos a la mitad de mi destino, yo volteando a la ventana algo confundida porque no me quedaba claro que le había pasado, pero dejé de pensar y sólo puse más atención porque se veía que la señora quería sólo hablar y sacar todo el coraje y rencor que traía adentro, sin importar que le prestaran atención o no, ella solamente quería hablar hablar y hablar.

Así es como la señora continuo hablando con una cara de desesperación e impotencia y dijo: “no pero me dio un coraje que la desgreñé, los encontré en mi casa, en mi cama tomando cerveza y como Dios los trajo al mundo, así en la cama, sin pena, “repitió” como Dios los trajo al mundo, pero me la desgreñé no me quede con las ganas y a él le dije que no lo quería volver a ver, que se largara de aquí ya. Si no se lo perdoné al padre de mis hijos menos a él.

Sus palabras me impactaron, ahí fue cuando entendí todo y me sorprendió el como poco a poco la señora fue desahogándose.

También dijo que al no saber que hacer ni a donde ir, lo primero que se le ocurrió fue subirse al micro.
En esos momentos comprendí que mientras para mi era desagradable subirse a un microbús, para otras personas puede ser una fuente de escape de la vida cotidiana tan agitante.

Después de pensar y razonar toda la historia, vi que me acercaba a mi destino y aunque no me quería bajar pues tuve que pedir la parada, al salir di las gracias, y aunque se me antojo decirle a la señora que no se preocupara y que todo estaría bien, no tuve el valor, pero si me hubiera encantado saber que paso con ella.

Creo que tomo una buena decisión al subirse al mrico y tener el valor de desahogarse de una manera consiente, poco a poco sacando su coraje, odio y rencor.

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